miércoles, 26 de noviembre de 2008

CUANDO NECESITAS AL SEÑOR


Salmo 63 RV60


La oración nos ubica en nuestra relación personal con Dios. Orar con los salmos nos permite colocarnos bajo la herencia de un alma bella. Es interesante, se trata de la oración de una oración y al orar como cristianos, oramos con Jesús la oración de David. Jesús, el Mesías, cumple la palabra y le da su sentido pleno a la oración. Nosotros oramos con él y podemos identificarnos con los sentimientos del salmista. Por eso le podemos decir al Señor

1 Dios, Dios mío eres tú;
De madrugada te buscaré;
Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela,
En tierra seca y árida donde no hay aguas,

Dios, es mi Dios
Busco a Dios en las madrugadas, cuando aun no sale el sol
Con anhelo del alma y del cuerpo
En el desierto

2 Para ver tu poder y tu gloria,
Así como te he mirado en el santuario.

Conocer a Dios en la intimidad de la madrugada, así como le conocemos cuando vamos a su encuentro en el culto

3 Porque mejor es tu misericordia que la vida;
Mis labios te alabarán.
4 Así te bendeciré en mi vida;
En tu nombre alzaré mis manos.

Conocer la misericordia de Dios es derramar el alma en alabanza

5 Como de meollo y de grosura será saciada mi alma,
Y con labios de júbilo te alabará mi boca,

La intimidad que se vierte en una relación de alabanza, deja satisfecha el alma y despierta una expresión de júbilo.

6 Cuando me acuerde de ti en mi lecho,
Cuando medite en ti en las vigilias de la noche.

Es un insomnio diferente, con sosiego, con satisfacción, con meditación.

7 Porque has sido mi socorro,
Y así en la sombra de tus alas me regocijaré.

David ha contado con el auxilio y el socorro de Dios en los momentos cruciales de su vida. Ha estado protegido bajo las alas del Señor.

8 Está mi alma apegada a ti;
Tu diestra me ha sostenido.

Un alma bella está apegada al Señor, un alma firme está sostenida por Dios.

9 Pero los que para destrucción buscaron mi alma
Caerán en los sitios bajos de la tierra.
10 Los destruirán a filo de espada;
Serán porción de los chacales.

Sus enemigos serán destruidos, no lograrán sus fines nocivos y destructivos

11 Pero el rey se alegrará en Dios;
Será alabado cualquiera que jura por él;
Porque la boca de los que hablan mentira será cerrada.

La oración nos coloca en la dimensión de nuestras emociones. No hay amargura, no hay desasosiego ni pesadez en la vigilia del salmista, hay satisfacción, hay meditación y hay alegría
Si nuestro insomnio es diferente, bendigamos al Señor porque nos permite diagnosticar nuestra salud espiritual y la belleza de nuestra alma.
Jesús tuvo muchas vigilias, ahora entendemos la belleza de su alma al aprender en los salmos a reposar en el socorro de Dios.

miércoles, 30 de julio de 2008

CUANDO EL SEÑOR TE LEVANTA

Salmo 30
Al reunirnos para orar, meditamos en la condición en que se encuentra nuestra vida. David al orar, da testimonio de que la mano del Señor lo ha levantado, lo ha sanado y le ha devuelto la vida. Era un hombre muy intenso. Al orar con los salmos damos testimonio de que:
Estamos en pie
Estamos sanos
Estamos vivos

1 Te exaltaré, Señor, porque me levantaste, porque no dejaste que mis enemigos se burlaran de mí. 2 Señor mi Dios, te pedí ayuda y me sanaste. 3 Tú, Señor, me sacaste del *sepulcro; me hiciste revivir de entre los muertos.
David, al orar invita a la congregación a adorar.
· Su enojo un instante, su bondad es permanente
· Una noche de llanto es seguida por gritos de alegría
4 Canten al Señor, ustedes sus fieles; alaben su santo *nombre. 5 Porque sólo un instante dura su enojo, pero toda una vida su bondad. Si por la noche hay llanto, por la mañana habrá gritos de alegría.
No hay que olvidar que nuestra seguridad es el Señor. No debemos perder el piso. Nuestras victorias son del Señor. Él es el único que puede mantenernos sobre nuestros pies. Cuando nos sentimos seguros es cuando más vulnerables somos.
6 Cuando me sentí seguro, exclamé: «Jamás seré conmovido.» 7 Tú, Señor, en tu buena voluntad, me afirmaste en elevado baluarte; pero escondiste tu rostro, y yo quedé confundido.
Clama a Dios por ayuda cuando ve su vida amenazada
8 A ti clamo, Señor soberano; a ti me vuelvo suplicante. 9 ¿Qué ganas tú con que yo muera,[
b] con que descienda yo al sepulcro? ¿Acaso el polvo te alabará o proclamará tu verdad? 10 Oye, Señor; compadécete de mí. ¡Sé tú, Señor, mi ayuda!
Dios nos cambia nuestro vestido, nos quita el luto y nos da uno de fiesta. No podemos vivir de luto, debemos aprender a vivir en fiesta. Por ello hay que agradecerle siempre.
11 Convertiste mi lamento en danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de fiesta, 12 para que te cante y te glorifique, y no me quede callado. ¡Señor mi Dios, siempre te daré gracias!


ANTE LA DESMORALIZACIÓN

Salmo 27

1 El Señor es mi luz y mi *salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme? 2 Cuando los malvados avanzan contra mí para devorar mis carnes, cuando mis enemigos y adversarios me atacan, son ellos los que tropiezan y caen. 3 Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi *corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza.

Ya se avizoran tiempos de crisis. La economía y su impacto en todos los ámbitos en los que nos movemos. Hay enemigos personales; pero hay enemigos que trascienden la relación uno a uno y que afectan la vida sobre el planeta. Dios nos ha dado una tierra que es capaz de sustentarnos, así que cuando hablamos de escasez o carencias, hablamos de pecados diversos, tanto en los que explotan, como en los que son explotados. Nosotros, no podemos desmoralizarnos. Por el contrario, confiamos en Dios porque él es nuestra luz y nuestra salvación y por lo tanto, no tememos.

Ante la crisis la iglesia ora y la iglesia canta. Lo primero, de rodillas, lo segundo, en pie. Con voz firme y corazón bien puesto. La iglesia no se puede amedrentar, no puede dejarse llevar por el temor y mucho menos perder su confianza. Porque nosotros somos lo que somos por la fe.
4 Una sola cosa le pido al Señor, y es lo único que persigo: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor y recrearme en su templo. 5 Porque en el día de la aflicción él me resguardará en su morada; al amparo de su tabernáculo me protegerá, y me pondrá en alto, sobre una roca. 6 Me hará prevalecer frente a los enemigos que me rodean; en su templo ofreceré sacrificios de alabanza y cantaré salmos al Señor.

7 Oye, Señor, mi voz cuando a ti clamo; compadécete de mí y respóndeme. 8 El corazón me dice: «¡Busca su rostro!»[
a] Y yo, Señor, tu rostro busco. 9 No te escondas de mí; no rechaces, en tu enojo, a este siervo tuyo, porque tú has sido mi ayuda. No me desampares ni me abandones, Dios de mi salvación.
10 Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos.
11 Guíame, Señor, por tu *camino; dirígeme por la senda de rectitud, por causa de los que me acechan. 12 No me entregues al capricho de mis adversarios, pues contra mí se levantan falsos testigos que respiran violencia.
13 Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del Señor en esta tierra de los vivientes.
14 Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor!

sábado, 7 de junio de 2008

CUANDO CLAMAS POR JUSTICIA


Salmo 26

Creo que todos los que somos padres recordamos los reclamos de justicia de nuestros hijos ante un castigo o un permiso negado. Un reclamo con el que nos sentimos identificados, ya en el hogar, en el trabajo, en los deportes, en la escuela. La justicia es una de los más frecuentes reclamos en las relaciones interpersonales. Pues sentimos que se nos debe cariño, reconocimiento, respeto, cuidado, amor, gratitud, equidad.

Pero, realmente quien de nosotros se siente seguro ante una afirmación como la del verso 1: “pues he llevado una vida intachable”; de inmediato salta la pregunta, ¿qué clase de vida has vivido? Santiago Creel ha estado en los titulares de los periódicos porque había mantenido en secreto a su hija Constanza. Una vida privada que no se le conocía. Cada uno de nosotros tiene una vida pública y una vida privada, algunos, una vida secreta. ¿Qué clase de vida has estado viviendo?

Entonces, al examinar nuestra vida con la palabra nuestra oración se vuelve un clamor: “purifica mis entrañas y mi corazón” (vs. 2)

En el salmo sobresalen dos criterios de integridad
Las amistades (vs. 3-5)
3 Tu gran amor lo tengo presente, y siempre ando en tu verdad. 4 Yo no convivo con los mentirosos, ni me junto con los hipócritas; 5 aborrezco la compañía de los malvados; no cultivo la amistad de los perversos.

La limpieza espiritual (vs. 6-8)
6 Con manos limpias e inocentes camino, Señor, en torno a tu altar, 7 proclamando en voz alta tu alabanza y contando todas tus maravillas. 8 Señor, yo amo la casa donde vives, el lugar donde reside tu gloria.

Al terminar de leer este salmo, para orar con el Señor Jesús este salmo, confiamos en que podemos decir con el salmista “tengo los pies en tierra firme” (vs. 12)

CUANDO TE SIENTES ABANDONADO POR DIOS


Salmo 22

Tocar fondo es aterrador; nos sentimos absolutamente solos y vulnerables ante las amenazas de quienes siendo amigos cercanos, ahora son feroces enemigos. ¿Que será cuando en ese fondo también sentimos que Dios está muy lejos de nosotros, no nos escucha y nos ha abandonado? Es un sentimiento de vacío y soledad extrema que no le deseamos a nadie.

1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento. 2 Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo.
Hay una historia en la que podemos encontrar sentido a nuestro presente. Aún en la peor de las angustias, la historia nos recuerda que Dios ha estado con los nuestros.
3 Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel! 4 En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste; 5 a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste.
Decirle al Señor como nos sentimos es un descanso para el corazón agobiado.
6 Pero yo, gusano soy y no *hombre; la *gente se burla de mí, el pueblo me desprecia. 7 Cuantos me ven, se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza: 8 «Éste confía en el Señor, ¡pues que el Señor lo ponga a salvo! Ya que en él se deleita, ¡que sea él quien lo libre!»


Dios también ha estado presente en su gestación y en su nacimiento.
9 Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre. 10 Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú. 11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay nadie que me ayude.

Decirle al Señor como vemos a nuestros enemigos es un manera de sabe que enfrentamos y cómo nos ha afectado. El salmista no evade ni oculta su realidad.
12 Muchos toros me rodean; fuertes toros de Basán me cercan. 13 Contra mí abren sus fauces leones que rugen y desgarran a su presa. 14 Como agua he sido derramado; dislocados están todos mis huesos. Mi *corazón se ha vuelto como cera, y se derrite en mis entrañas. 15 Se ha secado mi vigor como una teja; la lengua se me pega al paladar. ¡Me has hundido en el polvo de la muerte! 16 Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado[
a] las manos y los pies. 17 Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa la gente se detiene a mirarme. 18 Se reparten entre ellos mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes.
Clama y no deja de clamar.
19 Pero tú, Señor, no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi auxilio. 20 Libra mi vida de la espada, mi preciosa vida del poder de esos perros. 21 Rescátame de la boca de los leones; sálvame de[
b] los cuernos de los toros.
Y sabe que la fidelidad de Dios le permitirá dar testimonio de su acción a favor del pobre y del afligido.
22 Proclamaré tu *nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré. 23 ¡Alaben al Señor los que le temen! ¡Hónrenlo, descendientes de Jacob! ¡Venérenlo, descendientes de Israel! 24 Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama.
Su oración, se torna en un a proclamación misionera de alcance mundial
25 Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea; ante los que te temen cumpliré mis promesas. 26 Comerán los pobres y se saciarán; alabarán al Señor quienes lo buscan; ¡que su corazón viva para siempre! 27 Se acordarán del Señor y se volverán a él todos los confines de la tierra; ante él se postrarán todas las familias de las naciones, 28 porque del Señor es el reino; él gobierna sobre las naciones.
Y universal. Ahora el horizonte del tiempo va hacia el futuro. Dios hará justicia.
29 Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra; ante él se postrarán todos los que bajan al polvo, los que no pueden conservar su vida. 30 La posteridad le servirá; del Señor se hablará a las generaciones futuras. 31 A un pueblo que aún no ha nacido se le dirá que Dios hizo *justicia.
¿Cómo vivimos el sentimiento de abandono y soledad, cuando tocamos fondo ante las adversidades de la vida? Lo podemos hacer sin Dios o lo podemos hacer con Dios. Incluso cuando sentimos que él no nos escucha, podemos doblar las rodillas y orar, ser perseverantes a la hora de hacer frente al sufrimiento.

Pero también podemos hacer frente al sufrimiento al vivirlo como parte de nuestro ministerio, como una dimensión sacrificial que a nadie le agrada, que todos eluden, pero que tiene su parte en el camino de Jesús al Calvario.

Podemos orar reconociendo la mano de Dios en el pasado, en nuestra gestación y en lña esperanza de un futuro, en el que él, sin duda, habrá de manifestarse con toda justicia. Nuestra vida no es mas que un pequeño eslabón, en la cadena de un pueblo que siempre ha visto su historia sostenido por la justicia de Dios.

Es un salmo para orar entre aquellos que hoy están en el fondo del abismo

Es un salmo para orar con Jesús, al colgar del madero

¿Cómo estás enfrentando tu dolor? ¿Cómo enfrentamos el dolor como cristianos? Orando, orando con Jesús, orando con esperanza.


CUANDO EL SEÑOR TE COLMA DE BENDICIONES


Salmo 21

La vida no es solo presente. Debemos aprender a mirar en retrospectiva para dar testimonio de las victorias de Dios en nuestra vida; pero solo para eso debemos mirar hacia atrás, porque un hijo de Dios siempre debe mirar hacia delante. David recuerda su pasado y da testimonio de la manera en que el Señor le sostuvo en su trono y le hizo crecer como rey. Mira su pasado de una manera muy diferente a la que lo vivió. Porque el presente a veces nos parece tan difícil de discernir que no alcanzamos a entender como se manifiesta el Señor en sus victorias.

Pero el paso de los años nos enseña a ser prudentes, a fin de no quedarnos callados, cuando de dar testimonio se trata; pero también, los años en oración nos enseñan a no perder piso, olvidando que las victorias se las debemos al Señor. ¿De qué victorias hablamos? Ciertamente militares, pero también deseos concedidos y una larga vida. Pero la prudencia nunca debe convertirse en silencio, ya que el corazón del hijo de Dios ha de regocijarse siempre en el Señor.


1 En tu fuerza, Señor, se regocija el rey; ¡cuánto se alegra en tus *victorias! 2 Le has concedido lo que su *corazón desea; no le has negado lo que sus labios piden. *Selah 3 Has salido a su encuentro con ricas bendiciones; lo has coronado con diadema de oro fino. 4 Te pidió vida, se la concediste: una vida larga y duradera. 5 Por tus victorias se acrecentó su gloria; lo revestiste de honor y majestad. 6 Has hecho de él manantial de bendiciones; tu presencia lo ha llenado de alegría.

El hijo de Dios pone su confianza en Dios y hace de ella un motivo de oración. Ahora, al orar, el salmista sabe que Dios se seguirá manifestando en su vida para protegerlo de sus enemigos y acabar con ellos. Cada persona tiene sus propios enemigos. Y aunque todos compartimos a un mismo enemigo espiritual, la lucha que cada uno de nosotros libra, es solo nuestra. Lo importante es saber que si confiamos en Dios, él se va a ser cargo de cada uno de ellos. Y así podemos hacer de nuestra oración de gratitud por sus victorias, una oración de confesión de nuestra fe en que él se seguirá manifestando de manera victoriosa en las encrucijadas de nuestra vida.
7 El rey confía en el Señor, en el gran amor del *Altísimo; por eso jamás caerá.
8 Tu mano alcanzará a todos tus enemigos; tu diestra alcanzará a los que te aborrecen. 9 Cuando tú, Señor, te manifiestes, los convertirás en un horno encendido. En su ira los devorará el Señor; ¡un fuego los consumirá! 10 Borrarás de la tierra a su simiente; de entre los *mortales, a su posteridad. 11 Aunque tramen hacerte daño y maquinen perversidades, ¡no se saldrán con la suya! 12 Porque tú los harás retroceder cuando tenses tu arco contra ellos.
Que Dios se enaltezca en nosotros
Nosotros lo seguiremos alabando y haciendo mención de las cosas grandes que ha hecho en nosotros
13 Enaltécete, Señor, con tu poder, y con salmos celebraremos tus proezas.

jueves, 8 de mayo de 2008

CUANDO LUCHAS POR LA VIDA


Salmo 18


1 ¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía!
2 El Señor es mi *roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva,
¡mi más alto escondite! 3 Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.


Nos extraña el lenguaje guerrero de David; pero se trata de un hombre en posición de poder cuya vida está permanentemente en riesgo de quienes quieren acabar con él, ya sean contendientes, adversarios o enemigos. En este salmo da testimonio de la victoria que Dios le dio en contra de aquellos que querían acabar con su vida.

¿Qué amenaza la vida? ¿Qué es aquello que puede orillarnos a la muerte? ¿Cuáles son las fuerzas que pueden llevarnos a la angustia? No es menos cierto que ciertas amenazas ponen en riesgo nuestra vida física: inseguridad, enfermedad, calentamiento global, encarecimiento de los alimentos. Sin embargo, Jesús dijo, la vida es más que comer y que vestir. Esa vida más también se ve amenazada hoy. Con la miseria del espíritu, con las cárceles del odio, el resentimiento, la desesperanza, la envidia, los celos, las contiendas, el desenfreno.

Hay una gran bendición cuando Dios nos permite ver a nuestros enemigos. Porque si permanecen encubiertos, ¡cómo podríamos defendernos! Es una gran bendición cuando Dios nos permite pelear por nuestra vida, porque sabemos que en esa lucha contamos con él. Es una gran bendición cuando en la lucha nos sumimos en la angustia porque es un buen momento para orar. Dios está al alcance de nuestro clamor. David lo experimentó y en los momentos más difíciles de su vida conoció a Dios de una manera diferente:

Fuerza
Roca
Amparo
Libertador
Refugio
Escudo
Poder
Escondite

Imaginamos a David en desigualdad de condiciones, con enemigos más poderosos que él. Aunque es el rey, no se envalentona. Dios le ha dado grandes victorias desde joven, con enemigos más grandes y fuertes que él. Pero no se pierde a sí mismo. Sabe que no hay enemigo pequeño y que en ocasiones es mejor decir “aquí corrió que aquí quedó” Por eso David habla de Dios como roca, refugio, escudo, escondite.

Una buena estrategia es no salir a darse de catorrazos con el enemigo, sino esconderse en Dios. Porque si se trata de cucarachas simplemente hay que pisarlas, si de ratas se trata con una buena piedra es suficiente; pero si el enemigo es un león, creo que no es buena idea ponerse al tú por tú. Hay que esconderse en Dios. Porque hay luchas espirituales que no se pueden vencer con la fuerza de las manos.

Cada una de estas palabras cobra sentido cuando entendemos que en medio de la lucha de nuestra vida, Dios está a nuestro lado. Podemos imaginar a David, recordando cómo lo perseguían sus enemigos y de qué manera Dios se hizo presente en su vida para ponerlo a salvo.

4 Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5 Me enredaron los lazos del *sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6 En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos!

Cuando David se dio cuenta de lo que estaba pasando, ya se veía en una red, cazado. Ni moverse le convenía. No es momento para actuar, es momento para clamar. Porque en ocasiones moverse de más es hundirse más.


7 La tierra tembló, se estremeció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8 Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos!
9 Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10 Montando sobre un *querubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11 Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12 De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos.
13 En el cielo, entre granizos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del *Altísimo. 14 Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15 A causa de tu reprensión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,
las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra!

Dios se hizo presente a través de la fuerza descomunal de la naturaleza. David estaba a buen recaudo, los enemigos, descubiertos fueron blanco y presa del tsunami en el que el Señor se manifestó. Porque las tormentas no están ajenas a las manifestaciones de Dios. Dios nos habla en medio de ellas y se manifiesta poderosamente.

16 Extendiendo su mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17 Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18 En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19 Me sacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí.

David testifica, que su apoyo y su libertador fue el Señor.

20 El Señor me ha pagado conforme a mi *justicia; me ha premiado conforme a la limpieza de mis manos, 21 pues he andado en los *caminos del Señor; no he cometido mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22 Presentes tengo todas sus sentencias; no me he alejado de sus decretos. 23 He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24 El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos.
25 Tú eres fiel con quien es fiel, e irreprochable con quien es irreprochable; 26 sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27 Tú das la *victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28 Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29 Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército; contigo, Dios mío, podré asaltar murallas.


¿Qué le ha tocado hacer a David en esta cruenta lucha por su vida? Permanecer fiel a su fe y mantener íntegro. Porque lo más fácil en medio de una lucha es perder el equilibrio y empezar a pelear con armas impropias. Queremos pagar mal con mal y usamos la mentira, la traición, el engaño, el falso testimonio, las ofensas, la burla, la ironía, la soberbia, las patadas y las mordidas.

30 El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refugian. 31 ¿Quién es Dios, si no el Señor? ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32 Es él quien me arma de valor y endereza mi camino; 33 da a mis pies la ligereza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34 adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35 Tú me cubres con el escudo de tu *salvación, y con tu diestra me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36 Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean.
37 Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38 Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39 Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40 Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exterminé a los que me odiaban. 41 Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron,
pero no les respondió. 42 Los desmenucé. Parecían polvo disperso por el viento. ¡Los pisoteé
como al lodo de las calles!

¿De qué manera se manifiesta Dios en nuestras luchas?
Nos da valor
Ligereza para movernos oportunamente
Adiestra nuestras manos y brazos
Fuerza a los tobillos
Valor

43 Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los *paganos; me sirve *gente que yo no conocía. 44 Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45 ¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46 ¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Salvador! 47 Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies.
48 Tú me libras del furor de mis enemigos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49 Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu *nombre.
50 El Señor da grandes victorias a su rey; a su *ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.


El Señor nos da grandes victorias.

Orar cambia nuestras luchas en himnos de alabanza.

Datos personales

Mi foto
Pastor de la Iglesia Monte Hermón en México, D.F.