jueves, 8 de mayo de 2008

CUANDO LUCHAS POR LA VIDA


Salmo 18


1 ¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía!
2 El Señor es mi *roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva,
¡mi más alto escondite! 3 Invoco al Señor, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.


Nos extraña el lenguaje guerrero de David; pero se trata de un hombre en posición de poder cuya vida está permanentemente en riesgo de quienes quieren acabar con él, ya sean contendientes, adversarios o enemigos. En este salmo da testimonio de la victoria que Dios le dio en contra de aquellos que querían acabar con su vida.

¿Qué amenaza la vida? ¿Qué es aquello que puede orillarnos a la muerte? ¿Cuáles son las fuerzas que pueden llevarnos a la angustia? No es menos cierto que ciertas amenazas ponen en riesgo nuestra vida física: inseguridad, enfermedad, calentamiento global, encarecimiento de los alimentos. Sin embargo, Jesús dijo, la vida es más que comer y que vestir. Esa vida más también se ve amenazada hoy. Con la miseria del espíritu, con las cárceles del odio, el resentimiento, la desesperanza, la envidia, los celos, las contiendas, el desenfreno.

Hay una gran bendición cuando Dios nos permite ver a nuestros enemigos. Porque si permanecen encubiertos, ¡cómo podríamos defendernos! Es una gran bendición cuando Dios nos permite pelear por nuestra vida, porque sabemos que en esa lucha contamos con él. Es una gran bendición cuando en la lucha nos sumimos en la angustia porque es un buen momento para orar. Dios está al alcance de nuestro clamor. David lo experimentó y en los momentos más difíciles de su vida conoció a Dios de una manera diferente:

Fuerza
Roca
Amparo
Libertador
Refugio
Escudo
Poder
Escondite

Imaginamos a David en desigualdad de condiciones, con enemigos más poderosos que él. Aunque es el rey, no se envalentona. Dios le ha dado grandes victorias desde joven, con enemigos más grandes y fuertes que él. Pero no se pierde a sí mismo. Sabe que no hay enemigo pequeño y que en ocasiones es mejor decir “aquí corrió que aquí quedó” Por eso David habla de Dios como roca, refugio, escudo, escondite.

Una buena estrategia es no salir a darse de catorrazos con el enemigo, sino esconderse en Dios. Porque si se trata de cucarachas simplemente hay que pisarlas, si de ratas se trata con una buena piedra es suficiente; pero si el enemigo es un león, creo que no es buena idea ponerse al tú por tú. Hay que esconderse en Dios. Porque hay luchas espirituales que no se pueden vencer con la fuerza de las manos.

Cada una de estas palabras cobra sentido cuando entendemos que en medio de la lucha de nuestra vida, Dios está a nuestro lado. Podemos imaginar a David, recordando cómo lo perseguían sus enemigos y de qué manera Dios se hizo presente en su vida para ponerlo a salvo.

4 Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron. 5 Me enredaron los lazos del *sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte. 6 En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos!

Cuando David se dio cuenta de lo que estaba pasando, ya se veía en una red, cazado. Ni moverse le convenía. No es momento para actuar, es momento para clamar. Porque en ocasiones moverse de más es hundirse más.


7 La tierra tembló, se estremeció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo! 8 Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos!
9 Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones. 10 Montando sobre un *querubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento. 11 Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. 12 De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos.
13 En el cielo, entre granizos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor, resonó la voz del *Altísimo. 14 Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga. 15 A causa de tu reprensión, oh Señor, y por el resoplido de tu enojo,
las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra!

Dios se hizo presente a través de la fuerza descomunal de la naturaleza. David estaba a buen recaudo, los enemigos, descubiertos fueron blanco y presa del tsunami en el que el Señor se manifestó. Porque las tormentas no están ajenas a las manifestaciones de Dios. Dios nos habla en medio de ellas y se manifiesta poderosamente.

16 Extendiendo su mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo. 17 Me libró de mi enemigo poderoso, de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo. 18 En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor. 19 Me sacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí.

David testifica, que su apoyo y su libertador fue el Señor.

20 El Señor me ha pagado conforme a mi *justicia; me ha premiado conforme a la limpieza de mis manos, 21 pues he andado en los *caminos del Señor; no he cometido mal alguno ni me he apartado de mi Dios. 22 Presentes tengo todas sus sentencias; no me he alejado de sus decretos. 23 He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar. 24 El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos.
25 Tú eres fiel con quien es fiel, e irreprochable con quien es irreprochable; 26 sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo. 27 Tú das la *victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros. 28 Tú, Señor, mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas. 29 Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército; contigo, Dios mío, podré asaltar murallas.


¿Qué le ha tocado hacer a David en esta cruenta lucha por su vida? Permanecer fiel a su fe y mantener íntegro. Porque lo más fácil en medio de una lucha es perder el equilibrio y empezar a pelear con armas impropias. Queremos pagar mal con mal y usamos la mentira, la traición, el engaño, el falso testimonio, las ofensas, la burla, la ironía, la soberbia, las patadas y las mordidas.

30 El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refugian. 31 ¿Quién es Dios, si no el Señor? ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios? 32 Es él quien me arma de valor y endereza mi camino; 33 da a mis pies la ligereza del venado, y me mantiene firme en las alturas; 34 adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. 35 Tú me cubres con el escudo de tu *salvación, y con tu diestra me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar. 36 Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean.
37 Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados. 38 Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies! 39 Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes. 40 Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exterminé a los que me odiaban. 41 Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron,
pero no les respondió. 42 Los desmenucé. Parecían polvo disperso por el viento. ¡Los pisoteé
como al lodo de las calles!

¿De qué manera se manifiesta Dios en nuestras luchas?
Nos da valor
Ligereza para movernos oportunamente
Adiestra nuestras manos y brazos
Fuerza a los tobillos
Valor

43 Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los *paganos; me sirve *gente que yo no conocía. 44 Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje. 45 ¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios! 46 ¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Salvador! 47 Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies.
48 Tú me libras del furor de mis enemigos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos. 49 Por eso, Señor, te alabo entre las naciones y canto salmos a tu *nombre.
50 El Señor da grandes victorias a su rey; a su *ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.


El Señor nos da grandes victorias.

Orar cambia nuestras luchas en himnos de alabanza.

miércoles, 7 de mayo de 2008

CUANDO TE SIENTES ASEDIADO

Salmo 17

1Dios mío, atiende mis ruegos, declárame inocente, pues yo no he mentido. 2 Dicta tú mi sentencia, pues tú sabes lo que es justo. 3-5 Tú sabes bien lo que pienso; has venido por las noches para ponerme a prueba y no me encontraste haciendo planes malvados; tampoco digo malas palabras, ni actúo con violencia, como lo hacen los demás. Yo sólo a ti te obedezco; cumplo tus mandatos, y no me aparto de ellos.
La mejor manera de orar es pedirle al Señor que sea él quien nos declare justos. Así lo hace el salmista. Porque ante el juicio de los demás quedaremos mal parados y ante el juicio de nosotros mismos solo atinaríamos a vernos parcialmente. Es un sueño pesado el del salmista, en él vive todos los asedios, es un mal sueño, porque se ve juzgado, perseguido, asechado. ¿Cuál es su oración? ¡Quiero despertar en tu presencia! Que mis enemigos no se salgan con la suya, que no puedan apartarme de tu presencia. Porque los enemigos que asechan buscan desmoralizar para retirarnos de la presencia del Señor.

La victoria de David es su permanencia en la presencia de Dios.
6 Dios mío, yo te llamo porque me respondes. Te ruego que me escuches y que atiendas mis ruegos. 7 ¡Demuéstrame que me amas! Yo sé que tienes poder para salvar de sus enemigos a quienes buscan refugio en ti. 8-9 Cuídame como a tus propios ojos, pues me atacan los malvados; escóndeme bajo tus alas, pues los que quieren matarme ya me tienen rodeado.
¿Quiénes son los enemigos del hombre? ¿Quines son los que asedian su vida para llevarlo a juicio y casarlo como una presa? Al hombre de poder lo asedian los que quieren arrebatarle su trono. Al hombre de fe lo asedian quienes quieren apartarlo de la presencia de Dios. Al ministro lo asedia quien quiere sacarlo de su ministerio, mandarlo a la bodega de los cachivaches. A la mujer de Dios la asedian quienes quieren hacerla caer en sus debilidades. A los jóvenes les asedian sus pasiones y sus ilusiones. A veces la flojera y la abulia quieren hacerles caer para que bajen la guardia y no sigan luchando por el reino. A los varones nos asedia el deseo de demostrar nuestra virilidad y poder. Y eso nos torna violentos y mal pensados, con pensamientos de muerte.

Nos asedian los medios de comunicación con sus mensajes de muerte. Nos asedia el temor a ser nosotros mismos y entonces caemos en la trampa de ser como otros quieren que seamos: algunos dicen que nos falta fe, otros conocimiento bíblico, otros poder o consagración. Es fácil criticar y meterse en la vida de los demás. Lo mejor es que cada quien sea responsable delante de Dios de sus propios pensamientos. Y para eso es necesario orar.

David ora pidiéndole a su Señor que lo cuide y que de esa manera le demuestre que lo ama. No hay una forma mejor de demostrar el amor que cuidar a la persona amada. Cuidarnos y cuidar a los otros, es vivir y dar a conocer el amor de Dios. Una iglesia que ama a Dios se cuida y cuida.

¿Cómo? Con la oración.
10 No tienen sentimientos; hablan sólo para ofenderme. 11 Me siguen muy de cerca; no dejan de vigilarme; quieren hacerme caer. 12 Parecen leones en su escondite, en espera de su presa. 13-14 ¡Vamos, Dios mío! ¡Enfréntate a ellos y derrótalos! ¡Echa mano a la espada y sálvame de esos malvados! ¡Sálvame con tu poder! ¡Sálvame de esta gente que todo lo tiene! Mándales todos los castigos que les tienes reservados, pero castiga también a sus hijos y a sus nietos. 15 Yo, por mi parte, he de quedar satisfecho cuando me declares inocente. ¡Despertar y verme en tu presencia será mi mayor alegría! BLS
La condición normal del soldado es vivir en el campo de batalla. Ningún cristiano está exento de ser asediado por el enemigo. Es testimonio de que está en el campo de batalla. Tener fe en Dios, ser un seguidor de Jesús es despertar los asedios del mundo. Desde siempre los incrédulos tratan de desacreditarnos y de hacernos caer en sus emboscadas. Son constantes en importunarnos. Es decir, son como un “cuchillito de palo”.

No se trata de vivir con delirios de persecución o de cuidarnos hasta de nuestra propia sombra. Ya que en ocasiones la acusación viene de nuestra propia conciencia, cargada de un sentimiento de culpabilidad que asedia y no deja dormir.

El acusador lanza sus dardos de fuego en contra de nuestra integridad. En ocasiones nos percibimos con delirio de persecución. Por eso clamamos al juicio de Dios. Sólo él es objetivo, sólo él nos conoce como realmente somos. Sólo él equilibra su mirada de justicia con su mirada de amor. No distorsiona nuestra realidad, la transforma. Dios nos visita en la noche, cuando el sueño deja salir todo lo que hay en nuestra conciencia y sin mediaciones afloran nuestras realidades más profundas. ¿Qué dice de nosotros nuestro sueño? Solamente Dios lo sabe. Pero David echa mano de su integridad cuando se siente sentado en el banquillo de los acusados. No está planeando en hacerle mal a nadie, no dice obscenidades ni se le puede acusar de ser una persona violenta.

Pero al juicio de los impíos le siguen acciones en nuestra contra, como la condena que emite un juez para que el reo sea castigado. ¿Qué castigo nos infligen?: la ley del hielo, violencia verbal, castigo físico, repudio, rechazo. Lo que buscan es que caigas en sus propias redes.

Orar cambia nuestro sueño.

CUANDO TE INDIGNA LA IDOLATRÍA

Salmo 16

1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio.
2 Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3 Poderosos son los sacerdotes *paganos del país, según todos sus seguidores. 4 Pero aumentarán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrientas libaciones, ni con mis labios pronunciaré sus nombres!
5 Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte. 6 Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido!
7 Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8 Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer.
9 Por eso mi *corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza. 10 No dejarás que mi vida termine en el *sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11 Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.
NVI

Orar cambia nuestras vidas. El salmo 16 es una oración en la que el salmista le pide a Dios que lo cuide. ¿De qué? David vive en un mundo lleno de idolatría. Al orar, David también medita. Se detiene a pensar en Dios y en lo que el Señor ha sido para él.

El estado normal del cristiano es vivir en un mundo idólatra. Hemos de orar para que el Señor nos cuide. Pero también debemos meditar en todo lo que Dios es y ha sido para nosotros. Si la idolatría es la señal de un corazón incierto, la constancia es la fuerza de un corazón que ora.

Al orar, seamos constantes en Dios. Puede haber muchas variables a nuestro alrededor; incluso, podrían presentarse en nuestro corazón; pero meditemos en el hecho de que Dios es nuestro único bien.
Rechacemos la idolatría, sus engaños, sus poderosos sacerdotes y sus atractivos rituales. Consideremos que la idolatría tiene consecuencias.
Meditemos en todo lo que Dios significa para nosotros: nuestro consejero, nuestra con ciencia, nuestra fortaleza.
Vivamos en su presencia con alegría. En Dios podemos estar confiados.

El salmo es evidentemente mesiánico. La promesa mesiánica de la resurrección aparece al final del salmo. La confianza en que ha sido palabra cumplida en Jesús, nos asegura que no dejará de cumplirse en cada uno de nosotros.

Vivimos en un mundo idólatra, podemos ser tentados por la idolatría. Oremos para que la constante de nuestra vida sea el Señor. Nuestro único bien.

CUANDO TE SIENTES INDIGNO


Salmo 15

1 ¿Quién, Señor, puede habitar en tu santuario? ¿Quién puede vivir en tu santo monte? 2 Sólo el de conducta intachable, que practica la *justicia y de *corazón dice la verdad; 3 que no calumnia con la lengua, que no le hace mal a su prójimo ni le acarrea desgracias a su vecino; 4 que desprecia al que Dios reprueba, pero honra al que teme al Señor; que cumple lo prometido aunque salga perjudicado; 5 que presta dinero sin ánimo de lucro, y no acepta sobornos que afecten al inocente. El que así actúa no caerá jamás. NVI

El salmo 15 puede ser visto como el perfil idóneo del buen creyente. Cuando lo leemos, nos preguntamos como el salmista ¿quién cumple con este perfil? Parece que el santuario y el monte de Dios quedarían desiertos. Puede ser leído como un perfil a llenar, pero también como un modelo que seguir. Entonces, lo vemos como un proceso de crecimiento espiritual con un marcado énfasis moral.

La adoración está enraizada en la conducta moral de los adoradores, en su madurez espiritual. Veamos las características de este código ético del buen creyente.

1. Conducta intachable que practica la justicia
2. Dice la verdad
3. No calumnia
4. No hace mal al prójimo ni desgracias al vecino
5. Desprecia al que reprueba a Dios y honra al que le teme
6. Cumple lo que promete
7. Presta dinero
8. No acepta sobornos que afecten al inocente

El salmista ha compuesto su poesía en segunda persona del singular; pero realmente está pensando desde la primera persona. Porque se trata de un auto examen, más que de una simple pregunta retórica en la que el que pregunta no se implica.
Ahora podemos cambiar la gramática del salmo y usar la primera persona del plural, al leer este salmo en comunidad de fe. Y de esta manera podemos hacer de este salmo:

Una auto - evaluación
Un perfil idóneo
Y un modelo a alcanzar

CUANDO LOS MALOS VAN GANANDO


Salmo 10


¿Qué podemos hacer cuando somos testigos de la injusticia? ¿Qué podemos hacer cuando los más grandes se aprovechan de los más pequeños o los más fuertes de los más débiles? ¿Cómo reaccionamos cuando todo parece indicar que a los mal portados les va muy bien? Algunos, con sangre de atole, disimulamos pensando que es mejor no meter ahí nuestras narices; otros, con sangre de búfalo, tomamos partido y buscamos hacer justicia por propia mano. Pero el hecho se torna más complejo cuando creemos en Dios, porque nos preguntamos, ¿dónde estás Señor? Este es un buen momento para orar.

¿En una sociedad de derechos, quines son los desvalidos y quienes pueden salirse con la suya violentando las mas mínimas normas de protección? Aunque nos hemos sofisticado todo parece indicar que el hombre sigue siendo el lobo del hombre.

· VS 1 El salmista expone su queja delante de Dios. ¿Por qué no se hace presente en el momento en el que se le necesita?
Ve, observa, siente y ora

Vs. 2-11 ¿Qué está sucediendo? Los malvados están haciendo de las suyas:
Persiguen al indefenso
Alardean de su codicia
No le da su lugar al Señor
El éxito los acompaña
Se burlan de sus enemigos
Se sienten muy seguros
Tienen un lenguaje de carretonero
Asechan y asesinan al inocente
Piensan que Dios disimula y no intervendrá
Ve, siente, indígnate y clama

Vs. 12-15 El salmista ora y demanda la intervención de Dios
En vindicación del indefenso y
En castigo del malvado
Medita, cree y ora

Vs. 16 Confiesa su fe: Dios es rey. El está en control de todo y pondrá en su lugar a los malvados.
Cree y confiesa

Vs. 17-18 Con la calma de la oración y la fe, el salmista afirma que Dios escucha y defiende. Infunde aliento.
Ora y confía

CUANDO DIOS TE HACE JUSTICIA

Salmo 9

Salir victorioso de una afrenta personal o de los embates de los enemigos del pueblo de Dios, puede ser más difícil de manejar que el sufrimiento y la derrota. No son pocos los que se ahogan en sus victorias y pierden el piso cuando Dios reivindica su causa. Ven a los vencidos con desprecio y se sienten reafirmados en su propia justicia.

Por ello, hay que aprender a orar con los salmos, para que no nos arrastren nuestros propios sentimientos o los torrentes de emociones que fluyen del corazón. Pero algunos salmos son difíciles de orar para nosotros. Particularmente aquellos en los que el salmista ora por la justicia. Y nos es difícil porque nos sentimos incómodos al ponernos en zapatos que no son los nuestros. El camino más sencillo sería eludir estos salmos; pero, este camino está cerrado, porque la palabra de Dios no puede eludirse. Más bien, hemos de disponer nuestro corazón para orar guiados por el Espíritu del Señor.

En el salmo 9 David expresa su alabanza en razón de la justicia de la que ha sido objeto ante sus enemigos.

David ha sido vindicado. Él ha clamado desde las cavernas más recónditas de su corazón traicionado y ahora su oración consiste en alabanza, alegría y testimonio de las maravillas de Dios (vv. 1.2)

Los enemigos han sido destruidos (vs. 3-6) Los que ayer se burlaban, hoy, salen huyendo, tropiezan y su nombre desaparece de la memoria social.

Dios es visto y adorado como Rey (vs. 7-10). Ante la victoria de David y la estrepitosa derrota de sus enemigos, David conoce a Dios como soberano de la historia; pero es un Dios personal que no abandona a los que confían en él. Dios le hace justicia a los que confían en él.

David invita a que se unan a su alabanza y den testimonio de la grandeza de Dios. Y afirma, Dios les hará justicia. (vs. 11 y 12)

Pero David no deja de orar porque las victorias también generan resentimientos y odios. Él necesita que el Señor le siga cuidando y mientras tanto él seguirá testificando. (vs. 13 y 14).

La injusticia con la que se comportan los que no conocen a Dios, es una red en la que ellos mismos caerán; porque todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.
David sigue clamando a Dios, que acabe con los incrédulos e intervenga a favor de la causa de los pobres y los desamparados.

En el salmo 9 David
Centra su oración de alabanza en Dios, declara la justicia de Dios sobre su caso y clama para que él siga siendo justo con los que confían en él

CUANDO MEDITAS EN LOS SERES HUMANOS

Salmo 8

1 Señor, Dios nuestro, tu nombre es sin par en el mundo entero.
2 Los bebés y los niños te cantan canciones de alabanza. Tú les diste estas canciones poderosas para silenciar a tus enemigos.
3 Cuando veo el cielo, la luna y las estrellas que tú creaste,4 me pregunto: «¿Por qué los seres humanos somos importantes para ti? ¿Por qué te acuerdas de nosotros y por qué te ocupas de nosotros?»
5 Tú has creado a los seres humanos casi como dioses y los has llenado de honor y gloria.6 Los has puesto al cuidado de todo lo que creaste; pusiste todo bajo sus pies.7 Ellos gobiernan a todos los animales de la tierra,8 a las aves del cielo y a los peces del mar.
9 Señor, Dios nuestro, tu nombre es sin par en el mundo entero. PDT

Hasta aquí hemos aprendido que la única manera de mitigar el sufrimiento es orando los salmos en el nombre de Jesús. Ahora cambiamos de plano, y entramos en una meditación en cinco tiempos: Dios, la arrogancia humana, el firmamento, la dignidad del ser humano y nuevamente Dios.

Primer tiempo, cuando meditas te acercas a Dios confesándole como Señor y soberano de tu comunidad de fe, porque la oración es en plural, inigualable en la creación. Otro y más grande que su creación.

Segundo tiempo, cuando meditas haces una oración sobre la arrogancia de los hombres que se han convertido en adversarios, enemigos y rebeldes. Para ellos Dios queda oculto, pero a los bebés se les concede el don de la alabanza. Observas a los que se levantan en contra del Señor y a los que siendo como niños entran en el reino de los cielos.

Tercer tiempo, cuando observar la belleza y majestuosidad del firmamento que Dios ha creado, te cuestionas acerca de la dimensión humana.

Cuarto tiempo, cuando meditas acerca de la dimensión del ser humano la perspectiva de la creación le confiere una dignidad especial. El hombre no es Dios, pero tampoco es sólo naturaleza. Meditar en el hombre creado por Dios, hace que el salmista ponga sus ojos en el cielo y sus pies en la tierra. Como seres humanos somos llamados a adorar a Dios, poner nuestros ojos en el cielo; y administrar la creación, poner los pies en la tierra. Al orar, puedes mirarte con los ojos de Dios. La persona que ora ha sido coronada de dignidad y de una encomienda que le afirma como un ser responsable, un hortelano que ha de dar cuenta del cuidado que ha puesto en su labor.

El quinto tiempo vuelve al primero, es una meditación que confiesa a Dios como Señor de la comunidad que ora y como incomparable en toda la creación.

La urbe puede aniquilar tu mirada y obscurecer tu reflexión; las prisas pueden ser una barrera a la contemplación y a la meditación. Orar el salmo 8 con Jesús, es quitar los ojos de la herida y ponerlos en Dios. Es recordar nuestro tamaño. Efectivamente, podemos ser objeto de traiciones y enemistades, podemos sentirnos morir; pero hemos ido coronados con la dignidad de quien sabe responder por lo que ha recibido. No somos Dios; pero tampoco somos solamente naturaleza.




CUANDO TE OFENDEN

Salmo 7

1 ¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores! 2 De lo contrario, me devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre.
3 Señor mi Dios, ¿qué es lo que he hecho? ¿qué mal he cometido? 4 Si le he hecho daño a mi amigo, si he despojado sin razón al que me oprime, 5 entonces que mi enemigo me persiga y me alcance; que me haga morder el polvo y arrastre mi honra por los suelos. *Selah
6 ¡Levántate, Señor, en tu ira; enfréntate al furor de mis enemigos! ¡Despierta, oh Dios, e imparte *justicia! 7 Que en torno tuyo se reúnan los pueblos; reina[
a] sobre ellos desde lo alto. 8 ¡El Señor juzgará a los pueblos! Júzgame, Señor, conforme a mi justicia; págame conforme a mi inocencia. 9 Dios justo, que examinas mente y corazón, acaba con la maldad de los malvados y mantén firme al que es justo.
10 Mi escudo está en Dios, que salva a los de *corazón recto. 11 Dios es un juez justo, un Dios que en todo tiempo manifiesta su enojo. 12 Si el malvado no se arrepiente, Dios afilará la espada y tensará el arco; 13 ya ha preparado sus mortíferas armas; ya tiene listas sus llameantes saetas.
14 Miren al preñado de maldad: Concibió iniquidad y parirá mentira. 15 Cavó una fosa y la ahondó, y en esa misma fosa caerá. 16 Su iniquidad se volverá contra él; su violencia recaerá sobre su cabeza.
17 ¡Alabaré al Señor por su justicia! ¡Al *nombre del Señor altísimo cantaré salmos!

Si la crítica hiere, la humillación cala hondo, porque atenta en contra de nuestro sentimiento de valía personal, nuestra autoestima. ¿Cómo te sientes cuando te injurian, te ofenden y te maldicen? ¡Qué decir cuando la ofensa es pública!

“Éste se puso a maldecir, 6 y a tirarles piedras a David y a todos sus oficiales, a pesar de que las tropas y la guardia real rodeaban al rey.7 En sus insultos, Simí le decía al rey: —¡Largo de aquí! ¡Asesino! ¡Canalla!8 El Señor te está dando tu merecido por haber masacrado a la familia de Saúl para reinar en su lugar” 2 Samuel 16 NVI

Pero la calamidad no termina ahí. Porque las circunstancias de tu vida parecen darle la razón al injuriador. ¡Todo te está saliendo mal! Ts enemigos están triunfando y saliéndose con la suya. Hasta los más cercanos se han puesto en tu contra.

“8…Por eso el Señor le ha entregado el reino a tu hijo Absalón. Has caído en desgracia, porque eres un asesino.” 2 Samuel 16 NVI

¿Qué puedes hacer cuando te sientes humillado y ofendido? Tú puedes orar. La oración apropiada cuando eres objeto de una ofensa pública es el sigaión, es decir, el lamento.

David no se hace justicia con propia mano, ni permite que sus cercanos lo defiendan. Él ora e invoca la justicia de Dios. La oración es una invocación del Dios de justicia.

En el salmo 7 David ora a Dios cuando parece que su causa está perdida.

Él evalúa su vida no delante de sí mismo, ni delante de sus amigos, ni delante de sus adversarios, sino delante de Dios. (vs. 3-5)

Que Dios como rey justo, sea el que juzgue. David simplemente implora para que el justo se mantenga firme. (6-9)

Cuando a David le llueven las pedradas y las ofensas, invoca a Dios que es su escudo. (10-13)

David no acepta pasivamente la ofensa del agresor, él confiesa que el malvado caerá en su propia trampa. (14-16)
A pesar de la humillación pública, David no pierde su deseo de adorar a Dios.

¿Quién puede orar esta oración invocando su propia justicia? David, mismo, asume que la ofensa puede venir de la mano de Dios.
10 Pero el rey respondió: —Esto no es asunto mío ni de ustedes, hijos de Sarvia. A lo mejor el Señor le ha ordenado que me maldiga. Y si es así, ¿quién se lo puede reclamar? 2 Samuel 16 NVI
Por ello, ante las injurias y las maldiciones, la oración es el camino para poner bajo la autoridad de Dios nuestras relaciones, y rogarle que sea él el que juzgue y que su mano nos reprenda si necesitamos enmendar nuestro camino. Porque a veces estamos tan sumidos en nosotros mismos, que no atinamos a vernos con los ojos de los demás. Mucho menos con los ojos de Dios.

Jesús sabe de que se trata cuando hablamos de injurias y maldiciones. Fue él quien nos enseñó a orar en la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”




CUANDO TE SIENTES MORIR


Salmo 6


1 No me reprendas, Señor, en tu ira; no me castigues en tu furor.
2 Ten compasión de mí, Señor, porque desfallezco; sáname, Señor, que un frío de muerte recorre mis huesos.
3 Angustiada está mi alma;¿hasta cuándo, Señor, hasta cuándo?
4 Vuélvete, Señor, y sálvame la vida; por tu gran amor, ¡ponme a salvo!
5 En la muerte nadie te recuerda; en el sepulcro, ¿quién te alabará?
6 Cansado estoy de sollozar; toda la noche inundo de lágrimas mi cama,¡mi lecho empapo con mi llanto!
7 Desfallecen mis ojos a causa del dolor; desfallecen por culpa de mis enemigos.
8 ¡Apartaos de mí, todos los malhechores, que el Señor ha escuchado mi llanto!
9 El Señor ha escuchado mis ruegos; el Señor ha tenido en cuenta mi oración.
10 Todos mis enemigos quedarán avergonzados y confundidos; ¡su repentina vergüenza los hará retroceder!

El sufrimiento puede ser tal, que sentimos que la vida se nos va y que un frío de muerte recorre nuestros huesos. Más que un diagnóstico médico, es la expresión de un corazón que ha sufrido tanto, que considera que sus lágrimas lo están dejando ciego; otros sienten que ya no les quedan más lágrimas que llorar. El dolor puede ser tan grande y la vergüenza tan desoladora, que el abatimiento nos deja con temblores de cuerpo, postrados en cama.

¡Qué duro es saberse blanco del odio y de las enemistades, de las críticas sin fundamento y de las palabras que como dardos de fuego nos llenan de vergüenza! Pero es más intenso el sufrimiento de quien no tiene a quién decírselo y se sume en un ahogado gemido de dolor. Peligroso, por cierto, porque es un veneno que se retroalimenta y no en pocas ocasiones hace que se pierda el piso, cayendo en una condición de auto – conmiseración y resentimiento; o que, “tanto va el cántaro al agua” que terminamos reflejando el estilo de vida de los malhechores.

Pero no debemos caer en la puerta falsa de la indiferencia o de la crítica cínica de los que no quieren dar salida a su dolor. Es mejor clamar a Dios cuando sentimos tanto dolor que no sabemos como manejarlo.

¿Qué se puede hacer cuando nos sentimos morir? Orar

§ Orar para que el Señor se acuerde de nosotros
§ Orar para que él sea un bálsamo a nuestro sufrimiento
§ Orar para que él sane nuestro dolor
§ Orar para dar testimonio de que él nos ha salvado y
§ Orar en alabanza por la victoria que viene de él

Jesús sabe de que se trata cuando de enemigos se habla. Porque vivir conforme a la voluntad del Padre, levanta animadversiones y odios. Jesús sí que puede hacer esta oración por nosotros; porque solamente él no tiene “cola que le pisen”. Fue el Maestro quien nos dijo que debemos de orar por nuestros enemigos, dejando en las manos de Dios la paga a cada uno de acuerdo a su comportamiento.

Para David, para Jesús, para ti, Dios sana y escucha la oración del que se siente desfallecer.

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Pastor de la Iglesia Monte Hermón en México, D.F.