miércoles, 7 de mayo de 2008

CUANDO MEDITAS EN LOS SERES HUMANOS

Salmo 8

1 Señor, Dios nuestro, tu nombre es sin par en el mundo entero.
2 Los bebés y los niños te cantan canciones de alabanza. Tú les diste estas canciones poderosas para silenciar a tus enemigos.
3 Cuando veo el cielo, la luna y las estrellas que tú creaste,4 me pregunto: «¿Por qué los seres humanos somos importantes para ti? ¿Por qué te acuerdas de nosotros y por qué te ocupas de nosotros?»
5 Tú has creado a los seres humanos casi como dioses y los has llenado de honor y gloria.6 Los has puesto al cuidado de todo lo que creaste; pusiste todo bajo sus pies.7 Ellos gobiernan a todos los animales de la tierra,8 a las aves del cielo y a los peces del mar.
9 Señor, Dios nuestro, tu nombre es sin par en el mundo entero. PDT

Hasta aquí hemos aprendido que la única manera de mitigar el sufrimiento es orando los salmos en el nombre de Jesús. Ahora cambiamos de plano, y entramos en una meditación en cinco tiempos: Dios, la arrogancia humana, el firmamento, la dignidad del ser humano y nuevamente Dios.

Primer tiempo, cuando meditas te acercas a Dios confesándole como Señor y soberano de tu comunidad de fe, porque la oración es en plural, inigualable en la creación. Otro y más grande que su creación.

Segundo tiempo, cuando meditas haces una oración sobre la arrogancia de los hombres que se han convertido en adversarios, enemigos y rebeldes. Para ellos Dios queda oculto, pero a los bebés se les concede el don de la alabanza. Observas a los que se levantan en contra del Señor y a los que siendo como niños entran en el reino de los cielos.

Tercer tiempo, cuando observar la belleza y majestuosidad del firmamento que Dios ha creado, te cuestionas acerca de la dimensión humana.

Cuarto tiempo, cuando meditas acerca de la dimensión del ser humano la perspectiva de la creación le confiere una dignidad especial. El hombre no es Dios, pero tampoco es sólo naturaleza. Meditar en el hombre creado por Dios, hace que el salmista ponga sus ojos en el cielo y sus pies en la tierra. Como seres humanos somos llamados a adorar a Dios, poner nuestros ojos en el cielo; y administrar la creación, poner los pies en la tierra. Al orar, puedes mirarte con los ojos de Dios. La persona que ora ha sido coronada de dignidad y de una encomienda que le afirma como un ser responsable, un hortelano que ha de dar cuenta del cuidado que ha puesto en su labor.

El quinto tiempo vuelve al primero, es una meditación que confiesa a Dios como Señor de la comunidad que ora y como incomparable en toda la creación.

La urbe puede aniquilar tu mirada y obscurecer tu reflexión; las prisas pueden ser una barrera a la contemplación y a la meditación. Orar el salmo 8 con Jesús, es quitar los ojos de la herida y ponerlos en Dios. Es recordar nuestro tamaño. Efectivamente, podemos ser objeto de traiciones y enemistades, podemos sentirnos morir; pero hemos ido coronados con la dignidad de quien sabe responder por lo que ha recibido. No somos Dios; pero tampoco somos solamente naturaleza.




No hay comentarios:

Datos personales

Mi foto
Pastor de la Iglesia Monte Hermón en México, D.F.