miércoles, 7 de mayo de 2008

CUANDO TE OFENDEN

Salmo 7

1 ¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio! ¡Líbrame de todos mis perseguidores! 2 De lo contrario, me devorarán como leones; me despedazarán, y no habrá quien me libre.
3 Señor mi Dios, ¿qué es lo que he hecho? ¿qué mal he cometido? 4 Si le he hecho daño a mi amigo, si he despojado sin razón al que me oprime, 5 entonces que mi enemigo me persiga y me alcance; que me haga morder el polvo y arrastre mi honra por los suelos. *Selah
6 ¡Levántate, Señor, en tu ira; enfréntate al furor de mis enemigos! ¡Despierta, oh Dios, e imparte *justicia! 7 Que en torno tuyo se reúnan los pueblos; reina[
a] sobre ellos desde lo alto. 8 ¡El Señor juzgará a los pueblos! Júzgame, Señor, conforme a mi justicia; págame conforme a mi inocencia. 9 Dios justo, que examinas mente y corazón, acaba con la maldad de los malvados y mantén firme al que es justo.
10 Mi escudo está en Dios, que salva a los de *corazón recto. 11 Dios es un juez justo, un Dios que en todo tiempo manifiesta su enojo. 12 Si el malvado no se arrepiente, Dios afilará la espada y tensará el arco; 13 ya ha preparado sus mortíferas armas; ya tiene listas sus llameantes saetas.
14 Miren al preñado de maldad: Concibió iniquidad y parirá mentira. 15 Cavó una fosa y la ahondó, y en esa misma fosa caerá. 16 Su iniquidad se volverá contra él; su violencia recaerá sobre su cabeza.
17 ¡Alabaré al Señor por su justicia! ¡Al *nombre del Señor altísimo cantaré salmos!

Si la crítica hiere, la humillación cala hondo, porque atenta en contra de nuestro sentimiento de valía personal, nuestra autoestima. ¿Cómo te sientes cuando te injurian, te ofenden y te maldicen? ¡Qué decir cuando la ofensa es pública!

“Éste se puso a maldecir, 6 y a tirarles piedras a David y a todos sus oficiales, a pesar de que las tropas y la guardia real rodeaban al rey.7 En sus insultos, Simí le decía al rey: —¡Largo de aquí! ¡Asesino! ¡Canalla!8 El Señor te está dando tu merecido por haber masacrado a la familia de Saúl para reinar en su lugar” 2 Samuel 16 NVI

Pero la calamidad no termina ahí. Porque las circunstancias de tu vida parecen darle la razón al injuriador. ¡Todo te está saliendo mal! Ts enemigos están triunfando y saliéndose con la suya. Hasta los más cercanos se han puesto en tu contra.

“8…Por eso el Señor le ha entregado el reino a tu hijo Absalón. Has caído en desgracia, porque eres un asesino.” 2 Samuel 16 NVI

¿Qué puedes hacer cuando te sientes humillado y ofendido? Tú puedes orar. La oración apropiada cuando eres objeto de una ofensa pública es el sigaión, es decir, el lamento.

David no se hace justicia con propia mano, ni permite que sus cercanos lo defiendan. Él ora e invoca la justicia de Dios. La oración es una invocación del Dios de justicia.

En el salmo 7 David ora a Dios cuando parece que su causa está perdida.

Él evalúa su vida no delante de sí mismo, ni delante de sus amigos, ni delante de sus adversarios, sino delante de Dios. (vs. 3-5)

Que Dios como rey justo, sea el que juzgue. David simplemente implora para que el justo se mantenga firme. (6-9)

Cuando a David le llueven las pedradas y las ofensas, invoca a Dios que es su escudo. (10-13)

David no acepta pasivamente la ofensa del agresor, él confiesa que el malvado caerá en su propia trampa. (14-16)
A pesar de la humillación pública, David no pierde su deseo de adorar a Dios.

¿Quién puede orar esta oración invocando su propia justicia? David, mismo, asume que la ofensa puede venir de la mano de Dios.
10 Pero el rey respondió: —Esto no es asunto mío ni de ustedes, hijos de Sarvia. A lo mejor el Señor le ha ordenado que me maldiga. Y si es así, ¿quién se lo puede reclamar? 2 Samuel 16 NVI
Por ello, ante las injurias y las maldiciones, la oración es el camino para poner bajo la autoridad de Dios nuestras relaciones, y rogarle que sea él el que juzgue y que su mano nos reprenda si necesitamos enmendar nuestro camino. Porque a veces estamos tan sumidos en nosotros mismos, que no atinamos a vernos con los ojos de los demás. Mucho menos con los ojos de Dios.

Jesús sabe de que se trata cuando hablamos de injurias y maldiciones. Fue él quien nos enseñó a orar en la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”




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