miércoles, 7 de mayo de 2008

CUANDO TE INDIGNA LA IDOLATRÍA

Salmo 16

1Cuídame, oh Dios, porque en ti busco refugio.
2 Yo le he dicho al Señor: «Mi Señor eres tú. Fuera de ti, no poseo bien alguno.» 3 Poderosos son los sacerdotes *paganos del país, según todos sus seguidores. 4 Pero aumentarán los dolores de los que corren tras ellos. ¡Jamás derramaré sus sangrientas libaciones, ni con mis labios pronunciaré sus nombres!
5 Tú, Señor, eres mi porción y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi suerte. 6 Bellos lugares me han tocado en suerte; ¡preciosa herencia me ha correspondido!
7 Bendeciré al Señor, que me aconseja; aun de noche me reprende mi conciencia. 8 Siempre tengo presente al Señor; con él a mi derecha, nada me hará caer.
9 Por eso mi *corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza. 10 No dejarás que mi vida termine en el *sepulcro; no permitirás que sufra corrupción tu siervo fiel. 11 Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.
NVI

Orar cambia nuestras vidas. El salmo 16 es una oración en la que el salmista le pide a Dios que lo cuide. ¿De qué? David vive en un mundo lleno de idolatría. Al orar, David también medita. Se detiene a pensar en Dios y en lo que el Señor ha sido para él.

El estado normal del cristiano es vivir en un mundo idólatra. Hemos de orar para que el Señor nos cuide. Pero también debemos meditar en todo lo que Dios es y ha sido para nosotros. Si la idolatría es la señal de un corazón incierto, la constancia es la fuerza de un corazón que ora.

Al orar, seamos constantes en Dios. Puede haber muchas variables a nuestro alrededor; incluso, podrían presentarse en nuestro corazón; pero meditemos en el hecho de que Dios es nuestro único bien.
Rechacemos la idolatría, sus engaños, sus poderosos sacerdotes y sus atractivos rituales. Consideremos que la idolatría tiene consecuencias.
Meditemos en todo lo que Dios significa para nosotros: nuestro consejero, nuestra con ciencia, nuestra fortaleza.
Vivamos en su presencia con alegría. En Dios podemos estar confiados.

El salmo es evidentemente mesiánico. La promesa mesiánica de la resurrección aparece al final del salmo. La confianza en que ha sido palabra cumplida en Jesús, nos asegura que no dejará de cumplirse en cada uno de nosotros.

Vivimos en un mundo idólatra, podemos ser tentados por la idolatría. Oremos para que la constante de nuestra vida sea el Señor. Nuestro único bien.

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Pastor de la Iglesia Monte Hermón en México, D.F.